sábado, octubre 11, 2008

DIFERENCIAS IRRECONCILIABLE


Una vez al año se producen extraños acontecimientos en la bonita ciudad de Sitges. Normalmente está poblada de unos pacíficos sujetos que conocemos como gays, homosexuales, invertidos, mariquitas, maricones o “gente sensible”. Son gente simpática y muy salada. El prototipo perfecto es Jesús Vázquez, un hombre guapo, culto, ingenioso, que se cuida mucho y que vuelve locas a las adolescentes y a otros gays. Bien, pues en Sitges todos los hombres de menos de 40 años son así. Se pasan el día yendo a playas nudistas, leyendo revistas del corazón y mariposeando tanto como pueden. ¡Sitges es un lugar paradisíaco lleno de hombres musculosos y depilados! Pero sobre tan maravilloso lugar pesa una terrible maldición. Una vez al año, en el mes diez, a medio camino entre el solsticio de verano y el día de Todos los Santos, suceden hechos extraños. Casi se podrían tildar de paranormales.


Las calles de Sitges se pueblan de extrañas alimañas que visten sin ninguna clase. Se rumorea que ayer se anuló el “Desfile del Orgullo Gay” (que en Sitges se organiza cada día) y que cientos de zombis han inundado las calles. En estos días también es usual ver por la ciudad a reconocidos directores de películas no homosexuales e incluso fantoches disfrazados de películas tan horribles como Star Wars, Star Trek o el Señor de los anillos. Las confrontaciones entre estos frikazos raros y depravados y los alegres gayers no podían tardar. En la plaza mayor se han visto escenas de auténtica violencia entre los dos bandos enfrentados. Un abuelo gay vió a un tipo disfrazado de Darth Vader golpear con su espada laser de juguete a un gay alemán. Después una partida del lobby gay quemó en la hoguera al agresor en una hoguera.


Son dos maneras antagónicas de entender el mundo. Una basada en el falo, la promiscuidad descarada y divertida y la provocación constante y algo innecesaria. La otra en la obsesiva afición por la ciencia ficción, el terror, el rol y un miedo patológico al sexo contrario, al contacto humano y a todo lo que la sociedad considera “normal”. La guerra ya ha empezado. Esta misma tarde iré en persona a la zona 0 como representante de las Naciones Unidas. Junto a mí, vendrán dos observadores, uno gay y otro friki. Entre todos intentamos construir un mundo mejor en el que los niños homosexuales y los niños frikis puedan entenderse y convivir en paz en el futuro. Sé que esto es posible y que el dialogo se acabará imponiendo.


Antes de salir de casa, veo por la tele la batalla que se desarrolla en el paseo marítimo de Sitges. Un tipo se acerca a la cámara empuñando una espada medieval y le corta la cabeza a un homosexual al grito de “¡Sólo puede quedar uno, McCloud!”. Creo que el dialogo entre las dos partes será más difícil de lo que pensaba. Mejor me voy a Israel...


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