jueves, marzo 26, 2009

LAS NOCHES DE LA PRINCESA

  • ¿Has visto como va esa friki? - comenta un chico rubio y bien parecido sin apenas disimulo-. Su ropa parece sacada de una peli de serie B...

Se refieren a M, la chica rara de la facultad. Ella no tiene encanto, ni chispa, ni sabe conjuntar la ropa ni los zapatos. Por no tener, no tiene ni dinero... Son las diez de la mañana de un miércoles cualquiera. Una mesa del bar de la facultad de derecho llena de jóvenes atractivos de clase alta. La simple presencia de M. les resulta incómodo porque les aparta del mundo perfecto y glamuroso que han creado. “También hay chusma así en el mundo”, deben pensar.

M. se sienta sola en una mesa y come un bocadillo que ha preparado por la mañana. Los otros la miran y sonríen.

  • ¿Pero... se puede ser más cutre? - comenta una chica mona-. El menú sólo vale diez euros...

Cuando M. acaba su bocadillo sale del comedor en dirección a la biblioteca. La mayonesa le ha ensuciado la comisura de los labios pero parece que no se da cuenta. De camino a la biblioteca pasa por una zona ajardinada y en el césped se fija en una pareja que se besa con una pasión que considera exhibicionista. Pero en verdad le gustaría que uno de esos idiotas que tanto la desprecian la tumbara en el suelo y la besara con descaro. Exactamente igual que el chico que está observando. Que la apretara contra si, que la lamiera sin ninguna vergüenza... Se muere de ganas pero tendrá que esperar hasta la noche para esto... La pareja de enamorados percibe su presencia y la mira con desprecio. Ella opta por ir a la biblioteca.


Una vez en casa, M. se percata que sus calcetines no están conjuntados y entiende algunas bromitas sobre calcetines que ha oído durante el día. Le gustaría que no le afectaran. Ella está por encima de todo esto, se repite. Pero le afectan.

Toma un baño caliente con sales y consigue relajarse. Casi ha olvidado que los demás la ven como un insecto insignificante. Un muñeco de goma al que se puede aporrear una vez tras otra sin que pase nada. Sin sentimientos. En su dormitorio, bien limpia, se cepilla el cabello durante un buen rato. Para ella es como un ritual. Por fin ha conseguido dominar las puntas abiertas y el cabello encrespado. Se aplica una crema en la piel que se la deja suave y limpia. Se pinta los ojos con un toque oriental que cree que la favorece. Sin sus gafas de culo de botella no se ve muy bien pero juraría que está preciosa.

Su principal dilema es el pijama que se va a poner. ¡Tiene tantos y todos son tan bonitos! Finalmente opta por uno verde que se compró la semana pasada. Resulta curioso que en su armario sólo tenga dos pantalones tejanos y en cambio infinidad de pijamas para dormir. Lleva una hora arreglándose y el último toque es unas gotas de colonia fresca y agradable. Está lista y guapa para irse a dormir.


Tumbada en la cama, M. espera que esta noche volverá a soñar con ese hombre misterioso y seductor que la corteja y la hace sentirse mujer. Quiere estar guapa y radiante para él. Mientras va cogiendo el sueño se pregunta si todo esto la aisla y la margina del mundo real. A su alrededor, todo tiene un aire onírico, confuso. Casi opiáceo. Ahora mismo le costaría distinguir exactamente entre el mundo real y el ficticio. Hay gente que huye de la realidad tomando drogas o alcohol. Ella sueña. Con tanta precisión que a veces le cuesta distinguir lo que es real y lo que no lo es. Le gustaría creer que la realidad se corresponde al lugar donde uno se siente más a gusto.


Etiquetas:


Parador