TRANVÍA A LA MALVARROSA... ¿Y por qué no? Es un buen título...
Últimamente he tenido unos días movidos entre una cosa y otra pero creo que ya es hora de que escriba algo de mi viaje a Valencia. De eso hace ya un par de semanas. Se lo debo a Luis y a Maika...
Todo empezó como una apuesta, casi como una bufonada... Me encontraba yo en la Ametlla de Mar con un amasijo de gente de distintos lugares de la Península. En una de nuestras charlas nocturnas, siempre acompañadas por un brandy añejo, Sir Luis comentó que hoy día, gracias a los avances tecnológicos, se podría llegar a Valencia en menos de 80 días. Yo me mofé de tal afirmación, pues no existe en el mundo actual un medio de locomoción lo suficientemente rápido para recorrer 200 kilómetros en menos de 80 días...
Al final resultó que llegamos en dos horas y que empalmamos un viaje con otro... En realidad, el problema surgió porque yo tenía prejuicios contra Valencia. Ya sabéis: esa extraña tierra tan parecida y tan diferente a la nuestra. A veces los medios de comunicación nos llevan a creer que la Comunidad Valenciana es el paraíso de especuladores inmobiliarios y de gente que vota masivamente al PP y que se pasa el día conspirando contra los catalanes. Por cierto, los catalanes votamos todos a partidos progresistas, somos cívicos, ecologistas, más europeos que el resto de españoles y mucho más abiertos. Y somos más cultos y leemos más. Eso es así.
Mi trato con los indígenas valencianos fue agradable y divertido. Sobretodo divertido. Una noche salimos a tomar una cerveza con el primo de Alex y con todos sus amigos. Al final fueron unas cuentas cervezas más. Comprobé que en Valencia se juega al futbolin con sólo dos defensas y con cuatro delanteros... Muy raro, ¿no? A pesar de ellos dejamos un puesto muy alto en nuestra particular partido “Barça-Valencia”. Entre risas, música, cerveza y porros, nos pusimos a hablar de frikadas y comprobé aliviado que los chavales también habían crecido viendo Bola de Drac en TV3. Es un ejemplo de esa frase hecha que dice “son más las cosas que nos unen que las que nos separan...”
El tío de Alex, que fue el auténtico instigador de todo, nos hizo una esmerada visita turística de Valencia. Por ejemplo, aprendí que la alcaldesa es una malvada lesbiana del PP. Lo que no sé es como pueden dejar la alcaldía a alguien así...
En sus explicaciones se mezclaba un punto de orgullo por su ciudad y una basta cultura. Reconozco que yo haría exactamente lo mismo si tuviera que enseñarle Badalona a algún deslenguado que osara criticarla...
También había un problema monetario. No trabajo pero desde mayo pero este verano me he operado la vista, he viajada mucho y me he drogado mucho. No me hagáis caso, era una broma.... Tampoco he viajado tanto...
Tenía reparos en alargar el viaje hasta Valencia porque no quería gastarme mucho dinero. Esta posibilidad era bastante real cuando viajas con un tío que nunca llega a final de mes y que se gasta sus ahorros en ropa pija, alcohol y cigarrillos. Y el resto lo malgasta. Por suerte iba con otro amigo que declaró la guerra al derroche y se comprometió con el ahorro. El secreto es estrujar cada euro. Y no cenar fuera cada noche... Por ejemplo, para ir a la playa de la Malvarrosa cogíamos el tranvía en vez del taxi.
Lo llevábamos bien esto del ahorro. Hasta que un desafortunado día fuimos a visitar tiendas frikis y una fantástica librería de segunda mano que se llamaba Paris-Valencia. Allí me gasté mucho dinero en chorradas y a la vez en cosas imprescindibles. Puede que en Septiembre tenga que mendicar pero... ¡Que diablos, valió la pena! Una cosa que puedo decir de los valencianos (y para mí eso es uno de los mayores elogios que se puede decir de un pueblo) es que parece que les gusta mucho leer y la cultura en general. Y no lo digo precisamente por ese engendro que nadie visita y que se llama Ciudad de las Artes y las Ciencias... La librería de la que os hablo era monstruosamente grande y estaba a rebosar de gente. Y no es una exageración. En Barcelona se puede ojear las contraportadas de los libros con muuucha más tranquilidad. Muy mala señal, por cierto...
Siempre se aprende mucho viajando. Y siempre es agradable viajar a algún sitio donde tienes amigos. Por eso espero volver a Valencia muy pronto.
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