domingo, febrero 21, 2010

EL LEPRECHAUN DE LOS DESEOS













¿Sabéis que es un Leprechaun? Es el nombre que le dan los irlandeses a los duendecillos. La mitología suele definirlos como seres traviesos pero el que yo conozco tiene un sentido del humor bastante retorcido. Cuando tenía diecisiete años vi a uno correteando por mi jardín. Por aquel entonces yo era un chico bastante acomplejado. En la escuela se burlaban de mi aspecto físico. Decían que tenía la nariz con forma de patata, el cuello corto y la cintura demasiado ancha. Las chicas no me hacían caso y mis compañeros me ponían motes desagradables. Sí, ya lo sé... ¿Cuantas veces habéis oído esta historia? Pero en mi caso sucedió algo diferente. Un duendecillo irlandés me hizo una visita. Dijo que podía concederme deseos, como por ejemplo, cambiar mi aspecto físico. Y las condiciones eran muy ventajosas...


Empecé pidiendo que transformara mi horrenda nariz en un bello apéndice al estilo griego. El cambio fue asombroso. Ese defecto, que tanto me había amargado desde que era pequeño, se esfumó para siempre. El Leprechaun me dijo que a cambio debía pasarme dos meses sin salir de mi habitación. Ignoro el motivo de esta petición pero quedé tan satisfecho con su magia que le hice caso. Tuve que fingir una grave enfermedad para que mis padres no me obligaran a incumplir el pacto.


Cuando sólo faltaba un día para el final del plazo estaba totalmente pletórico. Con mi nueva nariz me sentía mucho más atractivo, como si estuviera a punto de comerme el mundo. Y entonces volvió a aparecer el odioso Leprechaun... Me dijo que estaba dispuesto a ofrecerme un nuevo trato: podía dejar de ser un chico obeso y tener un cuerpo musculoso. A cambio, me exigió que estuviera cinco meses sin hablar con nadie. Al principio me negué, por supuesto. Pero días después, al contemplar mi fofa figura en el espejo, opté por aceptar el trato.


No quiero aburriros con los detalles. Una vez que tuve un cuerpo irresistible me di cuenta que un galán como yo no podía medir un metro sesenta. Meses después me encapriché por tener los ojos azules. Y ahora estoy pagando por... En definitiva, hace muchos años que no salgo de casa ni hablo con nadie. El duende cada vez se vuelve más exigente y caprichoso... Es terrible porque me gustaría sacar partido de mi nuevo aspecto. ¡Os juro que jamás ha existido nadie con un físico tan perfecto como el mío! Lástima que ya he cumplido sesenta años. Creo que cuando vuelva a ver a ese duende le pediré que me rejuvenezca...


¿Y por qué os explicaba todo esto? ¡Ah sí! Estad muy atentos por si alguna vez os topáis con un Leprechaun. Normalmente vive en los jardines con un césped muy verde que recuerde a los prados de Irlanda. Os aseguro que él puede cumplir todos vuestros deseos.



Etiquetas:


Parador