martes, diciembre 05, 2006

MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

¿Os acordáis cuando erais pequeños y llegaba el primer día de clase? Seguro que sí. Eso indicaba el fin del verano y la temida vuelta al cole. Es posible que ya hubiéramos exprimido suficiente las vacaciones pero la vuelta a la rutina escolar provocaba ansiedad y miedo. Aunque fueran los mismos profesores de todos los años y los mismos amigos de siempre… El primer día de clase comporta un montón de cosas. Y ninguna me dejaba indiferente.
Cada año igual. Con la Diada aún reciente me veía subiendo las calles medievales de Dalt de la Vila en dirección al cole. Hacía meses que no madrugaba tanto. Eran las siete y media y todo seguía oscuro. El fugaz olor a libros nuevos y el eterno aroma de un estuche viejo y lleno lápices de colores. Y por supuesto un enorme bocadillo para la hora del recreo. Aunque en ese momento se me hacía un nudo en el estomago sólo con pensar en comida. Me entraban arcadas. Y cada año volvía a casa tranquilo y sosegado con la renovada sensación de “pues no era para tanto”.
Han pasado muchos años y estoy a punto de acabar la universidad. De hecho hago prácticas en un cole de Sant Adriá para ser profe y mañana tengo mi primera clase. Vuelven viejos fantasmas y de nuevo tengo un extraño malestar. Parecen mariposas en el estómago.
Supongo que no debería estar nervioso. Llevo unas semanas viendo como un profesor hace las clases y aún no ha habido palizas ni disparos. Aunque mañana soy yo el que se pone delante del toro… Los chavales no me parecen tan malos. Creo que son parecidos a cómo éramos nosotros. Pero ahora tienen internet y móviles y esas cosas. Bueno y menos cultura general…
Ya os contaré mañana como me ha ido pero por el momento no consigo calmarme. Espero que cuando vuelva a casa pueda decir de nuevo que no era para tanto.

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